Temazcal Ritual

En este tipo de Temazcales se integran diversos factores que nos posibilitan interactuar con las fuerzas elementales que no se perciben a través de los sentidos externos, por el contrario, nos centrarnos en los sentidos internos y de esta forma propiciar el conocimiento de nuestra verdadera esencia.

 

En este proceso es como reconocemos que el Universo exterior se encuentra en comunión con nuestro Universo interior y que ambos forman una sola entidad que en una buena sintonía y vibración posibilitan la evolución de nuestra alma. Aquí se propicia el ambiente idóneo para que dejemos de pensar y nos dediquemos a sentir.

 

En un Temazcal Ritual sabemos que ingresamos al vientre de nuestra madre, aquella que nos alimenta, nos cobija y nos permite este espacio para la pervivencia de la vida mineral, vegetal, animal y humana, lo que se le agradece y a cambio de todo ello nos ofrecemos para alimentarla con nuestro sudor, nuestros cantos y nuestras oraciones.

 

Es una ceremonia ancestral, de las mas antiguas que existen para ponernos en contacto con la esencia de los elementos: tierra, viento, agua, fuego y éter, los mismos que posibilitan la vida de nuestras hermanas plantas que nos regalan su medicina, sus aromas y su presencia.

 

Sentados alrededor del ombligo (Centro del Temazcal) nos hermanamos como hijos de la misma Tierra que nos cobija, porque todos venimos de la Tierra y a ella volvemos. Es un espacio en el que dejan de existir posiciones económicas, títulos, conocimientos y pertenencias ya que la energía se reparte por igual involucrándonos con la misma intensidad.

 

En la ritualística nos dirigimos a cada uno de los rumbos cósmicos para que se manifieste la presencia de su guardián y nos entregue su axioma o valor, por lo tanto, pedimos al Oriente que a través de Quetzalcoatl nos sea dada la sabiduría; en el Poniente solicitamos a Xipe Totec que nos da la capacidad de amar y recibir con humildad el amor; al Norte rogamos al Yayauhqui Tezcatlipoca que nos sea conferida la inteligencia para vernos en el espejo; al Sur llamamos a Huitzilopochtli para que nos asista en el desarrollo de nuestra voluntad y la una a la voluntad divina para formar la voluntad logradora; Arriba en el cielo pedimos al omnipresente, al creador de todo cuanto existe, a aquel por quién se vive nos confiera la vida y la energía para seguir en el camino; y finalmente al Centro invocamos a nuestra amada y venerable Madre Tierra para pedirle perdón por todo el daño que le hacemos y agradecer la vida y el alimento que llega a nuestra boca.

 

Es un espacio para propiciar la muerte mística en cada uno de nosotros y tener la oportunidad de decidir cómo queremos volver a nacer, por lo tanto se nos confiere la posibilidad de pensar qué es lo que queremos dejar de nosotros y de nuestra historia para que lo disuelva el Fuego y se lo trague la Tierra y así desprendernos de la piel vieja, renovándonos y dirigiendo la energía de adentro hacia arriba.


En el ritual nos sintonizamos con los movimientos cósmicos ya que cada uno de nosotros representa un mundo que gira alrededor del fuego para que en perfecta sincronía convivamos como parte del todo, por eso el Temazcal es un lugar obscuro y místico que nos lleva a encender una luz en cada uno de nosotros.

 

Cuando compartimos el vientre de Nuestra Madre lo hacemos también con el espíritu de nuestros ancestros que en todo momento comparten el trabajo con nosotros. Ellos son quienes tienen la potestad de formar nuestro rostro porque hemos heredado su cultura y dignamente portamos con orgullo el llamarnos Mexicas o hijos del ombligo de la Luna. Por lo mismo a ellos les pedimos su consejo así como que abran nuestro camino hacia la espiritualidad y con base en el trabajo interior alcanzar a ser verdaderos Macehuales (Merecidos).

 

Es por esto que decimos que un Temazcal es mas que un simple baño de vapor. Es un cosmos en el que otra realidad existe paralela a la nuestra, un espacio-tiempo muy particular caracterizado por los misterios de la creación integrados en la conjunción del agua y del fuego. Es un organismo vivo que nos abriga por un momento para gestar la vida misma en nuestro ser interno, para sembrar una semilla, la cual como tierra fértil tenemos que mantener con vida hasta que llegue a dar frutos de los cuales compartiremos con nuestros hermanos de camino.